Psicología

La ciencia lo explica: ¿por qué tu cerebro baja la música de forma inconsciente al aparcar?

Este acción que llevamos a cabo sin darnos cuenta encuentra su sustento psicológico en la capacidad de atención de nuestro cerebro y en el efecto indirecto de la música sobre el mismo

Un móvil reproduciendo música en el soporte para el coche
Un móvil reproduciendo música en el soporte para el cocheLa Razón

Bien es sabido por todos que la música es capaz de provocar en nuestro subconsciente todo tipo de sentimientos situados en ambos polos del medidor emocional. De hecho, esta disciplina forma parte de la mayoría de aspectos de nuestra rutina. Mientras vamos al trabajo escuchamos esa canción que levanta el ánimo, también hacemos lo propio para hacer frente a situaciones complicadas y, por supuesto, en el ocio, la música hace acto de presencia. En este sentido, el efecto que esta produce en nuestro organismo encuentra su razón en el estilo de la misma.

No es lo mismo escuchar música clásica que un género que incite al movimiento. Otro de los casos donde interviene este arte es en el uso vial siempre que conducimos y un acto que se realiza de manera unánime entre los conductores es el de bajar el volumen siempre que vamos a aparcar. Este ejercicio forma parte de nuestro cerebro como una costumbre pero la realidad es que cuenta con un sustento psicológico que explica la razón detrás del hecho, por lo que, ¿a qué se debe la inclusión total de este reflejo?

Este acontecimiento sistemático que realizamos siempre que efectuamos la acción de aparcar nuestro vehículo encuentra su raciocinio en el ancho de banda mental con el que cuenta nuestro cerebro. Por tanto, este apartado limita las funciones que se pueden llevar a cabo simultáneamente para centrar los esfuerzos requeridos en cada uno de los ejercicios que hacemos. Por tanto, aunque se haya dicho varias veces que el cerebro es multitarea, varias investigaciones, como el de la Universidad de California en San Diego, por el profesor Hal Pashler, han dictaminado un cambio repentino en el foco de la atención en cada actividad.

El cerebro y la música: la atención no se focaliza

El principio desarrollado por Pashler asegura que, cuando necesitamos operar sobre una disyuntiva que requiere nuestra plena concentración, como puede ser aparcar en un espacio estrecho, nuestro cerebro trata de dejar de lado todas las distracciones posibles, como la música ruidosa, para posicionar el foco sobre la compleja situación que sobrepasa. Y, aunque desde nuestra perspectiva pueda parecer un caso aislado, la realidad es que esta problemática acecha a la mayoría de casos que suceden en nuestra rutina diaria.

Es más, en la era de las redes sociales y del incesante empleo del teléfono móvil, los estímulos que visualiza y capta nuestro cerebro son infinitos y esto se ve reflejado en el rendimiento de nuestro tiempo. Siempre que tratamos de focalizar la atención en un hecho concreto buscamos evadirnos de cualquier contaminación sensorial que nos pueda estorbar en este desarrollo, pero la realidad es que cada vez es más difícil abstraerse de las distracciones digitales que tenemos alrededor.

¿Qué podemos aprender de esta práctica en el día a día?

La verdad es que, al interiorizar este suceso, podemos notar un aprendizaje tanto en el ámbito laboral como en el desarrollo personal, ya que, el control de la selección de estímulos puede garantizar una mayor retención en la memoria de las cosas que hacemos. Por tanto, la atención, al ser un recurso limitado, también debe contar con su propia selección y somos nosotros los que, de forma consciente, podemos propiciar el cambio desde los gestos más rutinarios hasta las situaciones más enrevesados de afrontar.