
Crecimiento sostenible
España comienza el año 2025 en una posición muy favorable en el ámbito económico, con un crecimiento estable que contrasta con la situación de muchos de los campeones tradicionales europeos. Medios de comunicación internacionales se han hecho eco de esta circunstancia, recientemente, destacando de una manera especial cómo el impulso a las energías renovables y los esfuerzos dirigidos a la descarbonización de nuestra economía tienen un papel central como motor de crecimiento de la economía española.
A ello también ha contribuido de forma decisiva el impacto del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Como destacó el ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, en unas recientes jornadas en EY, este instrumento está habilitando una verdadera transformación en el tejido productivo nacional, que gira hacia actividades de mayor valor añadido, en las que, de nuevo, la descarbonización tiene un papel muy relevante.
Es cierto que también este inicio de 2025 ha traído turbulencias en este sector, sobre todo en el plano geopolítico. El regreso de Trump a la Casa Blanca y el contenido de las primeras órdenes ejecutivas que ha firmado (entre ellas, la del 20 de enero ordenando la retirada de EEUU del Acuerdo de París) auguran una vuelta atrás -por lo menos formal- en la senda de la descarbonización del país americano.
En la otra cara de la moneda de la generación, la descarbonización de la demanda es fundamental.
Estas noticias reverberan de manera inmediata en Bruselas, donde cada vez se oye más la voz de quienes defienden una reconsideración de las ambiciones plasmadas en el plan Fit for 55.
A ello cabe añadir que los recientes desastres naturales (la tragedia de la DANA en España y los incendios en California) siguen recordándonos la necesidad de adoptar acciones para corregir la senda del calentamiento global. Según la evidencia científica, se debe, principalmente, al incremento de las emisiones de CO2, que está detrás de la aceleración de los eventos climáticos extremos.
2025 será, por tanto, un año fundamental que definirá el camino de la transición ecológica para los próximos años. En España, como se ha comentado, la apuesta por la descarbonización ha traído unos resultados muy positivos, tanto desde la perspectiva económica, como desde la ambiental (con un incremento de la penetración de las renovables de más de un 13% en 2024 respecto a 2023, llegando a un 55% del mix de generación).
Desde el punto de vista estratégico y político, la reciente revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) supone un reconocimiento del éxito que hasta ahora ha tenido el programa de descarbonización en España y el planteamiento de nuevos retos todavía más ambiciosos en este campo. Y si es cierto que los objetivos del PNIEC son ambiciosos, también lo son sus efectos positivos para nuestro país: el plan prevé que se generen 560.000 nuevos puestos de trabajo en España hasta 2030.
En interés de todos debemos establecer mecanismos adecuados que eviten los vertidos de energía
Sin embargo, para seguir teniendo éxito, el sector de la energía debe afrontar este año una serie de retos, industriales y regulatorios; entre los que me gustaría destacar tres.
En primer lugar, la presencia cada vez mayor de plantas de generación renovable en nuestros campos requiere una actuación decidida de comunicación de su necesidad y ventajas para el interés de todos, y así mismo una mayor integración con los intereses de las comunidades en las que se implanta.
Los proyectos agrivoltaicos que comienzan a introducirse, así como los criterios sociales de los futuros concursos de capacidad son dos ejemplos que pueden servir para recuperar el necesario apoyo social a estos proyectos.
En segundo lugar, la penetración de la energía renovable, cada vez mayor, plantea la necesidad de implementar de forma decidida el almacenamiento, en sus diversas formas, como servicio a la estabilidad del sistema, pero también como garantía de una estabilidad de precios que siga permitiendo atraer inversión.
Este inicio de 2025 ha traído turbulencias en este sector [...] el regreso de Trump a la Casa Blanca augura una vuelta atrás en la senda de la descarbonización de EEUU.
En efecto, en interés de todos debemos establecer mecanismos adecuados que eviten los vertidos de energía y que garanticen asimismo que el suministro de energía cuando no hay sol o viento. Es deseable, por tanto, que veamos en 2025 un marco que permita un despliegue ambicioso de capacidad de almacenamiento en España.
En tercer lugar, y en la otra cara de la moneda de la generación, la descarbonización de la demanda es fundamental. Solo si somos capaces de trasformar nuestro consumo de energía, electrificando aquellos consumos que tenga sentido electrificar desde el punto de vista de la eficiencia económica, y descarbonizando aquellos otros que no sea posible electrificar, se lograra verdaderamente una economía sostenible.
2025 debe ser desde este punto de vista el año para culminar el despliegue de los PERTEs, así como para seguir implementando medidas de descarbonización efectivas que manden las señales adecuadas para la industria (por ejemplo, a través de los Certificados de Ahorro Energético, pero también a través de sistemas como los contratos por diferencia como medida de impulso para la descarbonización).
*** Pablo Dorronsoro, socio responsable de Derecho Público y Sectores Regulados en EY Abogados, co-responsable del sector Energía en EY España.